Autor: Juan Carlos Gaspar Romero
Dicen que donde hay un peruano, siempre hay un ceviche para disfrutar, y mi historia es una prueba de que la pasión y la determinación pueden superar cualquier obstáculo.
Mi nombre es Juan Carlos, y con mis 34 años de edad, puedo decir que mi vida ha sido un viaje de sabores que con determinación me ha llevado desde las vibrantes calles de Perú a encantadores rincones en Rusia. Como profesional de administración y marketing, mi historia es un testimonio de cómo el espíritu emprendedor puede abrir nuevos caminos, incluso en medio de desafíos abrumadores.
Comencé mi carrera trabajando para diversas empresas en el sector gastronómico y corporativo de servicios en mi amado Perú, pero siempre tuve un sueño: emprender mi propio negocio.
La oportunidad no demoraría mucho tiempo y en cuanto tocó mi puerta no dudé en abrazarla. Ingresé al mundo empresarial ofreciendo servicios de publicidad audiovisual, con fotografías publicitarias de productos para los diversos sectores que tiene el mercado peruano.

El camino me estaba llevando naturalmente a explorar la videografía como fuente de ingresos adicionales, y mi emprendimiento comenzaba a tomar forma. Pero el año 2020 nos trajo a todos una crisis global inesperada, el COVID-19.
Mientras el mundo luchaba por recuperarse, Perú enfrentaba sus propios desafíos. Fue en este momento crucial que conocí a Evgeniya, quien hoy es mi esposa; una dama rusa con la que me conecté en línea mientras recorría la ciudad de Ayacucho.
Nuestra comunicación floreció. La chispa entre nosotros se hizo cada vez más intensa y en noviembre de 2020 decidí volver a tomar las riendas de mi destino: viajar a Rusia. Muchos calificaron mi decisión como prematura, pero yo soy así: alguien quien no teme tomar decisiones extremas para lograr sus sueños. Está en mi ADN.
El 6 de febrero aterricé en Moscú, y allí me reuní con ella, mi dama de ojos color azul cielo. Decidimos formalizar nuestra relación y más tarde nos casamos. Era el comienzo de una nueva etapa, una aventura inigualable.
Los efectos de vivir fuera

Nadie te cuenta que vivir lejos de casa trae consigo una montaña rusa emocional. Había momentos en que extrañaba profundamente a mi familia y, como peruano, anhelaba la deliciosa gastronomía de mi tierra. Adaptarse a la comida rusa no fue sencillo. Del mismo modo, la lejanía afectó mi bienestar psicológico.
Llegué a Rusia en tiempo de invierno, realmente el clima no era un problema para mi, lo disfrutaba y hago hasta ahora. Pensé haber preparado mi mente de a dónde iba; no obstante, tomó un tiempo entender aquello que dijo una youtuber: “ a veces los rusos podemos parecer serios porque sufrimos cambios emocionales cuando el invierno comienza, nos vuelve deprimentes, nos cambia el estado de ánimo”.
Había días que realmente quería regresar, me sentía aburrido porque mi círculo social se reducían a mi guitarra y yo. Era un momento deprimente. De hecho, agradezco a mi esposa, siempre tuvo esa paciencia y compresión que otra persona no hubiera soportado.
Pero el esfuerzo de Evgeniya y mi espíritu emprendedor me obligaron a salir adelante. Es así que inicié creando vídeos para clientes rusos de manera gratuita con el fin de construir un portafolio.
Posteriormente, el esfuerzo rindió frutos, comencé a trabajar paralela y remotamente para un restaurante peruano, obtuve un puesto en una clínica rusa con sede en Barcelona y fui aceptado en un empleo de edición de videos para un cliente en Italia.
Los buenos momento estaban llegando
La amabilidad y generosidad rusa hicieron más llevadera mi situación en este país. Encontré en la comida un refugio e impulso. Comprar ingredientes para preparar mi propio alimento fue un verdadero placer; sentía que cocinar, disfrutar y hacer que gocen de mi gastronomía era una forma de estar más cerca de mi familia en este nuevo hogar.
Hoy en día, continúo trabajando en mis tres empleos, listo para enfrentar cualquier desafío que se cruce en mi camino. Sé que siempre encontraré la manera de llevar mi pasión y mi cultura a donde sea que vaya. Como peruano, la comida es el vínculo que me conecta con mi hogar, y estaré eternamente agradecido por las lecciones que esta aventura me ha brindado.
Mi historia que aún sigo escribiendo, espero, sea un recordatorio de que, con determinación y amor por lo que haces, no hay límites que no puedas superar.

*Nota de un amigo:
A Juan Carlos lo conocí en tiempos de música, cuando la ilusión de crear una banda famosa de Rock era el norte, pero nuestro momento estrella fue tocar para amigos en la cochera de un hotel. Disfrutaron de nuestro show, eso queda en la memoria de quienes estamos escribiendo. El tiempo y las responsabilidades a veces es ingrato con la amistad, pero desde este espacio celebro lo que viene logrando en el extranjero; no necesito decirlo, con que vean el siguiente video lo entenderán:
Deja un comentario