Get In Touch
541 Melville Ave, Palo Alto, CA 94301,
ask@ohio.clbthemes.com
Ph: +1.831.705.5448
Work Inquiries
work@ohio.clbthemes.com
Ph: +1.831.306.6725
Back

Cómo nos recibió San Pedro de Casta

Las tardes de San Pedro de Casta en los primeros días de abril parecen una escena de terror. Una niebla espesa cubre al pueblo, la humedad se hace notar en las partes del cuerpo que tengas descubierta y la lluvia, impredecible, muestra su ferocidad, cada vez que puede. Ver es una batalla continua para saber si hay alguien o algo a dos o tres metros frente a ti; en esas condiciones solo queda estar a salvo en un hospedaje o en los restaurantes que acompañan la pequeña plaza y dormir o conversar, según sea el caso.

Eran las 6:30 p.m. del primer día de la Semana Santa cuando llegó una coaster más barco que automóvil al pueblo, pues de sus adentros salían personas mojadas y con frío por culpa de una intensa lluvia que no solo se filtró, sino que hacía más terrible los abismos que la ruta presentaba.

Fuera del vehículo, con prisa y en un intento inútil de ser más rápido que la lluvia nos adentramos a uno de los varios restaurantes. Ahí disfrutamos la hospitalidad casteña. La gente de San Pedro de Casta sabe muy bien como hacer olvidar las penurias de la ruta para llegar a su pueblo con gastronomía y amabilidad. «Una sopita para calentarse», nos ofrecían.

Los 3.180 metros de altura imprimían su sello en el pueblo. Y es que abril es el último mes en que la lluvia y sus efectos colaterales están presentes en San Pedro de Casta, lo que lo vuelve tedioso para los turistas nacionales y extranjeros. 

Mojados, pero más calmados y lúcidos, los ocho amigos vimos frustrados nuestros planes de subir a la meseta de Marcahuasi, que se encuentra a 20 minutos en carro y 2 horas a pie de donde estábamos sentados, para acampar y sentir la energía de la que tanto se habla. Solo quedó descansar en el pueblo y horas después seguir la travesía marcada.

Hospedajes y hoteles

Pese al mal tiempo, San Pedro de Casta es el punto de partida para dirigirse a Marcahuasi y como tal el comercio está presente alrededor de su plaza principal, como también los lugares donde dormir. Uno de ellos era el hospedaje de Patrocinio Obispo o Patti, en donde la noche te cuesta tan solo 20 soles la cama, lo suficiente y necesario para sobrevivir a la humedad, al frío y a la niebla.

Las primeras horas de la mañana mostrarían un clima opuesto a la tarde anterior: descubrimos cerros frondosos de vegetación, un sol tolerable, nada de lluvias y calles de piedra que se parecían a las de Cusco. Estábamos en Lima, pero no estábamos en Lima.

Cerca de las 10 a.m. la plaza central se iría llenando de turistas nacionales y extranjeros. Al lado de restaurantes y al frente de la plaza se encuentra la Oficina de Información Turística, en donde puedes comprar por 10 soles el ticket para ingresar al Mítico Marcahuasi. Los ocho amigos cruzamos y compramos nuestros boletos, después de haber disfrutado de un desayuno a base de mates de coca, cafés y panes con queso y palta dura de la zona.

San Pedro de Casta nos daba así la bienvenida, un pueblo que aprovecha cada fecha de festejos y fines de semana del año para atender a los turistas nacionales y extranjeros que quieran vivir experiencias de Marcahuasi, de otro mundo, y mejor aún, del mismo pueblo. Los demás días probablemente lo encuentres ausente de personas porque los casteños no solo son comerciantes, sino que primordialmente son ganaderos que vieron una oportunidad de desarrollo en el turismo.

Los ocho amigos se fueron felices y cansados. No importó la niebla, ni la lluvia y mucho menos la ruta de miedo por los constantes precipicios en la ruta. Todos quedamos en regresar porque la experiencia cambia conforme a las estaciones del año y abril solo fue el inicio de una bonita relación con San Pedro de Casta. Nos volveremos a ver en octubre para la fiesta del agua.

Alfredo Palacios V.
Alfredo Palacios V.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *