Mollepata es una zona rural, casi dos veces más grande que la provincia constitucional del Callao. Sus 284.48 kilómetros cuadrados, su clima y su geografía hacen propicia la vida de 2,500 especies de plantas, 208 especies de aves, 19 especies de mamíferos y 21 mariposas.
De hecho, su mismo nombre grafica su territorio, pues proviene de dos voces quechua (molle=nombre de un árbol, pata=altura), significa altura poblada de molles. Se encuentra a una altitud de 2,846 metros y hay que caminar más de 10 minutos para encontrar una casa de la otra.
Pero su plaza, es una isla en medio de un mar verde de plantas, donde se encuentran la casa municipal del distrito, la iglesia, la comisaría, el gigante Pisonay y el mercado que no parece mercado, es un imán de comercio y hogares. Si bien se puede contar con los dedos de las dos manos las tiendas, hay muchos hogares contiguos a sus alrededores.
Hay emprendimientos y negocios, dos de estos son exclusivamente para el turismo vivencial que traen los lugares como la laguna de Humantay y el Salkantay o las ruinas del Machu Picchu.
Los otros tres son de abarrotes y simulan la función de un mercado; también encuentras un internet de lo más sugestivo e irónico, pues se llama Playboy y no siempre está con servicio; y a su costado encontrarás una farmacia de pequeñas dimensiones, escondida.
El dejar la plaza te da dos opciones: un camino ascendente que te lleva a los atractivos mencionados o descendente que te lleva a dejar Mollepata. Pocos kilómetros fuera de la plaza están llenos de casas, las cuales muestran la pugna entre lo actual y lo antaño. Unas hechas de quincha, de dos pisos máximo, que se cierran con candado y otras hechas con ladrillos de más de dos pisos que se cierran con puertas de lata o madera más estilizada.
Lo mismo sucede con el asfalto, que mide un ancho de dos autos, pues te acompaña hasta un determinado punto para dejar el protagonismo a la trocha y la naturaleza, las que te darán mejores recuerdos y anécdotas porque te adentrarás en las entrañas verdes y viviras los diversos sucesos que te puedan traer los animales, insectos, flora y clima que tiene el lugar.
Un gran espacio, pero pocas personas
A diferencia de la provincia constitucional del Callao que tiene 994,494 habitantes, Mollepata, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), solo cuenta con 3,111 personas viviendo en el distrito, que es uno de los 9 que conforman la provincia de Anta de Cusco.
La gran cantidad de flora y fauna expresa toda su diversidad dentro y fuera de esa isla que es la plaza de Mollepata. La fiereza de aquellos insectos que viven entre las plantas es similar a la de las películas de gladiadores que pelean por su vida; la diferencia entre dichas situaciones es que en estas el vencido es el alimento del ganador.
Si hay suerte podrás ser espectador de tamaño show y si no, observarás los indicios de la batalla.
Gente y tradición
Mollepata es un lugar en el que predominó la adultez en el censo general del 2017, pues en el distrito existen 1,332 personas que tienen entre 25 a 59 años, rango propuesto por la Organización Mundial de la Salud. Las otras etapas como la juventud le sigue con 591 personas; la vejez, con 572; la infancia, con 331; y la niñez, con 285 niños.
Los fines de semana son una fiesta porque la feria llega con comida para degustar como el chicharrón de chancho, cuy relleno y la chicha de quinua; también venden todo tipo de verduras, frutas y queso. Los demás días son una triste sonrisa, un retorno a la rutina en el campo o en la plaza.
Los destellos de la modernidad como la velocidad en comunicación y la tecnología están presentes. Es algo que no se puede impedir, o es hasta una oportunidad para quien lo vea. Pero Mollepata seguirá siendo rural. Ese es su encanto, su esencia y hasta una necesidad para su economía.
La trocha ahí estará, el paisaje verde también; la extensión del asfalto, si quiere sobrevivir, tendrá que ceder y ser solo un medio más para fortalecer la cultura moyepatina, guardiana de lugares mágicos e impresionantes.