Dejando atrás un San Juan de Lurigancho urbano y de frenético bullicio, un portón gris negruzco formado por dos grandes piedras me recibe con una frase inquietante: “El Dios k me oye, me responde”. Esa sería la antesala de lo que estaría por vivir unos metros más adelante: una aventura cerca de casa y en Lima.
Fue un recorrido ascendente hacia las cumbres de los cerros Segundo y San Jerónimo que pertenecen y acompañan a 3 distritos de la capital: el Rímac, SJL e Independencia.
La travesía inició en la plaza y canchita de fútbol del Pueblo Joven Nuevo Perú, que se encuentra dejando la avenida 4 de abril de SJL. Es un cambio de aires total, puesto que los emprendimientos comerciales, como la gastronomía, se vuelven más cercanos y presentes.
De hecho, esa hospitalidad se da gracias a un trabajo continuo y conjunto entre la organización de ‘Haz tu mundo verde’ y los vecinos de la zona. La institución capacitó y persuadió a las personas de los beneficios de lograr una ruta ecoturística como lo es ahora ‘Las Lomas El Mirador’.
La vereda y escalera, que me acompañaron unos pocos metros en el ascenso a la cima del cerro Segundo y San Jerónimo, tenían fragmentos de una imagen en cada peldaño que si las unías formaban las ramas de un árbol con flores de Amancaes.
Tras pasar el portón de piedras, los relieves que parecían rostros en las rocas, de similar tamaño que el portón gris negruzco que nos dio la bienvenida, dieron la idea de un ecosistema aterrorizado y desesperado.
La guía que nos acompañaba confirmaría, pasos más adelante, que nos encontrábamos en un ecosistema frágil. Ejemplo de ello era que podríamos encontrar a la flor de Lima dispersa y muy de vez en cuando por el lugar. Lo mismo con el tabaco silvestre, papas, malva, lagartijas y el jergón de la costa, una serpiente que tiene diferentes tamaños de longitud y diámetro.
En cambio, lo que sí se podía encontrar en todo momento del recorrido eran y son los líquenes y musgos que pueden crear una biocostra que demora hasta 7 u 8 años en vestir una roca.
EL DESDÉN
Desde las alturas se podía ver puro concreto vertical de diversos colores y de entre ellos sobresalía una mancha verde a lo lejos y un espacio llano de color cartón claramente abandonado. El primero se me descubría como el Club Zonal Huiracocha; y el segundo, poco conocido y maltratado, era la Huaca de Canto Chico.
Según guías de la organización ‘Haz tu mundo Verde’, la huaca y el apu San Jerónimo servían como punto de distribución de todo los recursos recaudados del cerro que estábamos subiendo. Era todo un sistema que se olvidó. De hecho, poco o nada se hace por cuidar la evidencia de lo que fue.
Pasos más adelante nos contarían y sorprenderían con la noticia de que se encontraron cistas (entierro de personas) en el cerro San Jerónimo. Otra evidencia más de su relevancia.
LA PAZ DESDE SAN JUAN DE LURIGANCHO
Al frente te topas con el inmenso mar – ¡hasta podías divisar la silueta de la Isla San Lorenzo!-; a tu espalda, con San Juan de Lurigancho; y a los costados, con más gigantes de rocas y arena. Un mirador como muchos, pero pocos en este distrito pujante y emprendedor.
La puesta de sol te abraza y un sentimiento de paz se aferra a ti y te emociona. Puedes tomarte fotos increíbles, puedes solo quedarte ahí, puedes gritar, puedes permitirte querer un poquito más a San Juan de Lurigancho.
TOMA NOTA:
- El recorrido está a cargo de la organización ‘Haz tu mundo verde’.
- Cada distrito que comparte el cerro tiene su respectiva entrada y nombre.
- Las expediciones se volvieron a abrir en agosto.
- El recorrido tiene una longitud de 3 km.
- Aproximadamente 57 hectáreas le pertenecen a SJL.
- Las Lomas el Mirador promociona su visita a través del fan page, visítalo.
- Lleva agua y ropa adecuada para visitarlo.
- En la estación del año adecuada puedes disfrutar de un colchón de nubes.