El Convento de Santa Rosa de Ocopa y la piscícola Ingenio son lugares impresionantes. El primero está a dos años de cumplir 3 siglos; y el segundo, viene mejorando con el tiempo sus espacios. Ambos se nutren del turismo, ambos tienen historia y ambos hacen más atractiva a la provincia de Jauja.
Una visita que la puedes realizar en un día, a un bajo costo y acompañado, o no, de tus seres queridos. El orden de cuál visitar primero tú lo eliges, aunque te vendrá de perlas saber lo siguiente: si vas muy temprano, lo más recomendable es visitar el convento y después la piscícola; y si se te pegaron las sábanas, del modo contrario.
Convento de Santa Rosa de Ocopa
A más de 5 kilómetros de la ciudad de Concepción, y ubicado a 3,360 msnm., ocupando un espacio de 3 hectáreas está asentada la base de la que fue una importante red de misioneros preocupados por evangelizar y civilizar las tribus amazónicas: el Convento de Santa Rosa de Ocopa.
Ahora cumple una triple función: residencia de los frailes, lugar turístico, y protector de un museo, biblioteca y obras de arte.
Llegar a este patrimonio te demorará como mucho una hora, usando el carro y mototaxi como movilidad. La antesala es la plaza Santa Rosa de Ocopa, un pequeño espacio rodeado de negocios, casas y una pequeña iglesia dedicada a su santa.
Tendrás que cruzar un puente y seguir un camino rodeado de vegetación y animales domésticos, como vacas y caballos. Ya estás cerca y lo sabrás al ver una reja de concreto con un letrero indicando “Convento Santa Rosa de Ocopa”.
Los árboles y letreros hechos de piedra acompañarán tu camino hasta el hall del convento. Leerás “Bienvenidos, paz y bien” u otros mensajes relacionados a la ciencia y a la religión. Y en el centro del camino, verás la estatua de Santa Rosa, aquí en Concepción, de Ocopa.
Esperas tu turno e ingresas junto a un buen número de individuos a las entrañas del espacio religioso. Serás observador de los cuatro claustros: de la obrería, del Olivo, de la portería y del Padre Pío. Y de otros espacios igual de importantes, como la pinacoteca.
Si bien todos los lugares mencionados te cuentan parte de la historia del convento y de Jesús, en sus más 400 pinturas; hay tres espacios impactantes: el Museo de Historia Natural de la Selva, el comedor y la biblioteca.
El primero, está compuesto por los animales silvestres que encontraron y disecaron los primeros evangelizadores en su misión; el segundo, es el trabajo del artista José Sánchez, que de un cuarto hizo un mural en el que explicaba los vaivenes de los religiosos y de, incluso, su encuentro con seres como el tunche. El tercero, se trata de un salón dedicado a los libros en diversas lenguas, diversos tamaños y de diversas temáticas, entre ellas ciencia.
El recorrido llega al final en el claustro de la obrería en donde te toparás con la estatua del fundador Fray Francisco Jiménez de San José y con una campana. Está última la hará sonar tu guía y será el momento de pedir un deseo.
El Centro Piscícola Ingenio
Si saliste temprano y terminaste de visitar el convento solo tienes que regresar a la carretera y esperar a un carro que te lleve a Ingenio. 15 o 20 minutos después estarás bajando unas cuadras antes del centro de las truchas.
El ambiente es muy colorido y vivo. Huaynos y personas con carteles de menús en mano te invitan a ingresar. Depende de ti caer o no en sus hechizos, tanto gastronómicos como de pesca. Tendrás que atrapar tu propia comida, toda una experiencia.
Las tiendas de souveniers y las de bazar con una actitud más tímida estarán acompañándote todo el camino, tanto como los espacios gastronómicos a base de trucha.
Al ingresar al Centro Piscicola Ingenio te toparás con tres cosas: la pileta con truchas entrelazándose, vegetación relativamente bien cuidada y sonido de las pequeñas cataratas que formaban los estanques.
Las truchas no son oriundas del Perú, pero se han ganado un espacio en el corazón de los juninenses, que no solo han sabido cuidarla y reproducirla, sino que la vienen estudiando a tal punto que este centro muestra el ciclo de la vida de las truchas arcoiris.
Recorrer todo el espacio te llevará a lo mucho una hora y media, en la cual verás diversos pozos de los 105 que hay. Y si quieres un panorama más general del lugar solo tendrás que subir los tres pisos del mirador. Una vista de fotografía.
Otros tres espacios destacables son el puesto de miel que tiene más de 15 años en el lugar, un puesto difícil de olvidar por sus helados a base de leche y un pequeño parque de juegos, que para ser sinceros no está muy bien cuidado.
Pese a ello, la piscícola cumple su función: preservar, educar y entretener. A nivel económico es de suma relevancia para el lugar, pues su potencial turístico viene creciendo con los años, el argumento de ellos es el crecimiento de restaurantes a su alrededor.
Terminas de visitar y los jaladores con menú en mano te ofrecen todo tipo de platos que se pueden hacer con este pescado oriundo de Estados Unidos y que llegó al Perú entre 1925 y 1928.
El paseo culminará entre las 5 y 6 de la tarde, y habrás realizado un full day sin mucho gasto, con harta dosis de historia, entretenimiento y comida. Un plan redondo que no puedes evitar si vas a Huancayo aunque sea por horas y menos si eres amante de las buenas historias, del arte y la gastronomía.